20 de diciembre 2023
Se aproxima el fin del año en donde muchos de nosotros nos preparamos para concluir este ciclo de la mejor manera. La misma vida invita a reflexionar sobre los diferentes sucesos y acontecimientos que surgieron durante el pasar de este año. El acto de reflexionar conlleva una actitud de sosiego con pausa y detenimiento, habilitándonos a ser lo más objetivos posibles para identificar que hice bien, que no hice tan bien y que es singularmente importante para hacer mañana. Esta introspección nos permite aprender de nuestras experiencias, establecer metas más claras y trazar un camino más sólido hacia el futuro. Al mismo tiempo el cumulo de experiencias vividas se convierten en un don para refinar nuestro discernimiento entre lo verdadero y lo falso. Porque al final el arte del buen vivir radica en eso, en discernir la verdad de la mentira.
La búsqueda de la verdad en la vida es un desafío constante. En ocasiones, hemos caído en la trampa de lo falso creyéndolo verdadero, y esa confusión ha distorsionado nuestra percepción de la realidad. Esta distorsión se origina, en gran medida, por heridas profundas que llevan a buscar la plenitud en caminos equivocados. En mi caso personal, durante años busqué a Dios en lugares equivocados, confundiendo la plenitud con la esclavitud de apetitos desordenados y vanas ilusiones.
Nuestros propios vicios pueden disfrazarse como metas nobles, y a menudo, los confundimos:
• La avaricia como confianza en el futuro económico.
• La lujuria como búsqueda de conexión y comunión.
• La ira como defensora de la justicia.
• La gula como anhelo de bienestar.
• La envidia como un intento de reclamar dignidad.
• La pereza como búsqueda de paz.
Estos deseos, inicialmente puros, se corrompen por nuestra interpretación errónea, alejándonos de su esencia genuina. Para algunos, este descubrimiento puede llevar toda una vida, mientras que para otros, la vida misma se encarga de mover la balanza hacia el lugar en donde corresponde.
La vida nos ofrece lecciones diversas, algunas llegan como caídas dolorosas, otras como claridades en la mediana edad, pero todas tienen un propósito común: enseñarnos a distinguir entre lo auténtico y lo ilusorio. El discernimiento siempre nos conducirá a una vida más plena y auténtica, ya que sabemos que es en la virtud y no en el vicio en donde se encuentra la mayor recompensa, es la verdad lo que el cerrazón anhela y no la mentira.
Para este ciclo que esta por cerrar, es fundamental pensar, cuestionar y discernir sobre aquellas decisiones tomadas y asegurarnos que se encuentren fundamentadas sobre un eje realista y no una vana ilusión, ya que cada elección, por más pequeña que parezca, puede tener un impacto trascendental en tu futuro.
"Cuidado con que nadie los esclavice a través de su vana y engañosa filosofía, que se apoya en las tradiciones humanas y en los principios elementales de este mundo, en lugar de en Cristo."
Colosenses 2:8