31 de Diciembre de 2023
Al acercarnos al final de este año, es inevitable detenernos a reflexionar sobre los aprendizajes que nos dejó el 2023 y las expectativas para el próximo año. Este ejercicio es crucial, ya que nos permite reconocer nuestras acciones provechosas y aquellas que deben ser descartadas para efectuar cambios significativos en nuestras vidas.
Cambio Profundo
Recordemos que somos el resultado de nuestras acciones diarias. Nuestra vida se transforma con base a las pequeñas decisiones que tomamos cada día. Aunque ciertos eventos puedan alterar la dinámica de nuestra existencia, como emprender, mudarse, casarse o enfrentar pérdidas, los cambios profundos no ocurren de un día para otro.
Es interesante notar cómo a menudo tendemos a pensar que el cambio radical que anhelamos en nuestras vidas llegará de forma instantánea, casi como un golpe de suerte: ganando la lotería, alcanzando nuestras metas materiales o encontrando al amor de nuestra vida. Sin embargo, la realidad es que el mundo no opera de esa manera. La verdadera transformación, aquella que impacta de manera profunda y permanente, no surge de eventos extraordinarios, sino de las decisiones que tomamos a diario, aquellas que van moldeando nuestros comportamientos y, lo más importante, transformando nuestros corazones.
A menudo subestimamos el poder de nuestras elecciones cotidianas, esas decisiones aparentemente pequeñas que, en su constancia, moldean nuestra visión del mundo y nuestras interacciones con los demás. Cambiar profundamente requiere más que eventos extraordinarios o circunstancias externas favorables; implica un proceso interno que se nutre de la forma en que enfrentamos cada día, cómo nos relacionamos con los demás pero sobre todo buscando un cambio profundo de nuestros corazones.
Es crucial comprender que la transformación autentica y duradera no está anclada en sucesos puntuales o grandes logros, sino en la constancia de nuestras elecciones diarias, en el cultivo de valores que nutren nuestro ser y en la disposición a cambiar desde adentro hacia afuera.
¿Lo que deseas o lo que necesitas?
El dicho "Lo que sabe bien, no hace bien y lo que hace bien no sabe bien" resuena en mí como una llamada a la reflexión sobre nuestras elecciones y enfoque en la vida. Esta frase me recuerda la importancia de tomar decisiones que no solo satisfagan deseos superficiales, sino que también contribuyan al bienestar propio y de quienes nos rodean.
Al aproximarnos a un nuevo año, surge la necesidad de cuestionarnos no solo sobre lo que anhelamos, sino sobre lo que verdaderamente necesitamos. Esta reflexión no solo se limita a nuestras ambiciones personales, sino que se extiende a lo que nuestra familia, amigos y comunidad requieren de nosotros. Es un llamado a dejar de lado los deseos pasajeros y dirigir nuestra atención hacia una dimensión más profunda y trascendente de la realidad.
A menudo, nos perdemos en deseos momentáneos sin percatarnos de las necesidades más profundas de nuestro espíritu. ¿Estamos realmente rigiendo nuestras vidas en función de lo que anhelamos o de lo que realmente necesitamos para ser personas íntegras y contribuir al bienestar de nuestro entorno?
Por ejemplo, imagina a alguien que anhela un trabajo prestigioso y bien remunerado. A primera vista, esto puede parecer un deseo sensato, pero si reflexionamos más profundamente, podríamos darnos cuenta de que su verdadera necesidad podría ser sentirse útil, realizarse en un ámbito que impacte positivamente a otros, y tal vez, encontrar un equilibrio entre su vida laboral y personal.
¿Seremos una sociedad de señoritos?
Me atrevería a decir que en los últimos doscientos años nos hemos convertido en una sociedad mayoritariamente hedonista. El progreso tecnológico, la búsqueda constante de la inmediatez y la sobreestimulación a la que estamos sometidos han contribuido gradualmente a transformarnos en individuos más preocupados por el placer inmediato que por un desarrollo más profundo y significativo de nuestro ser.
El gran filosofo español José Ortega y Gasset, en su obra "La rebelión de las masas", analiza la figura del "señorito" como un arquetipo de la sociedad de su época. Ortega identifica al "señorito" como un tipo de persona que carece de profundidad en sus intereses y conocimientos, alguien que vive de forma superficial y se destaca más por su actitud que por sus logros o esfuerzos.
Para Ortega, el "señorito" representa una figura que ha sido criada en la comodidad y no se ha esforzado por adquirir un entendimiento profundo de las cosas. Esta figura tiende a adoptar una actitud de superioridad basada en la tradición o la posición social, pero carece de la autenticidad y la capacidad de enfrentar desafíos intelectuales.
El pensamiento de Ortega y Gasset sobre el "señorito" se centra en la crítica a una mentalidad que, en lugar de buscar el desarrollo personal y la excelencia, se contenta con una posición superficial basada en saciar los apetitos carnales, en privilegios sociales o hereditarios, sin buscar un crecimiento personal o intelectual significativo.
Una llamada al compromiso
Si realmente queremos trascender y dejar al señorito atrás necesitamos desarrollar un compromiso arraigado con la comunidad, la familia, el círculo social, el sustento personal y el legado de nuestros ancestros. Esta responsabilidad exige más que nunca un esfuerzo que nos impulse a trascender nuestros límites habituales, a ir más allá de nuestra zona de confort y a ser conscientes de las oportunidades que nos rodean. Reconocemos que poseemos el poder de impactar vidas de maneras insospechadas, una capacidad que nunca deberíamos subestimar.
En un entorno donde la cultura se desvía y la entropía social se perpetúa, surge como esencial la habilidad de mantener la atención y la concentración en objetivos a largo plazo. Este enfoque se convierte en una ventaja significativa en un mundo repleto de distracciones incesantes.
Las oportunidades, fugaces y únicas, requieren una decisión: aprovecharlas o dejarlas escapar. A menudo, vemos a personas que meramente observan cómo transcurre el tiempo, sin tomar acción, convirtiéndose al final en víctimas de su propia inacción. Pero tú no deseas ese destino para ti. El cambio profundo únicamente se llevará a cabo cuando decidas transformar el corazón.
Y recuerda, cuando el caos golpee lo más profundo de tu ser, no te concentres únicamente en cómo resolver el problema o cómo escapar de esa situación. Te invito a profundizar y reflexionar sobre cómo este desafío podría ser una oportunidad de transformación para ti. Quizás sea la llave que necesitas para transformarte en formas que ni siquiera imaginaste. Curiosamente, son los momentos más oscuros los que suelen brindar la mayor sabiduría, enseñándonos lecciones profundas y otorgándonos la oportunidad de corregir y crecer de maneras que nunca antes habíamos contemplado. En ellos reside la verdadera posibilidad de transformación del corazón.
Ser más para servir mejor