Importancia y significado
La palabra "familia" deriva del griego, que significa unir. Representa el seno en donde nace, crece y se forma la persona. Decía el gran filosofo Aristóteles que la familia es sociedad humana primigenia partiendo como base de las demás sociedades. Es en la gran entrega de amor entre hombre y mujer donde se crea la familia; el acto de amor más grande se manifiesta en el amor propio que es el nacimiento del hijo.
¿Cómo crees que tu experiencia personal dentro de tu familia ha influido en tu identidad, valores y relaciones interpersonales a lo largo de tu vida?
Durante los últimos 40 años, hemos pasado por un importante número de revoluciones, como la revolución sexual, la liberación de la mujer y los divorcios, pero ninguna tan significativa como la emergente tendencia de padres ausentes.
En este caso, me atrevería a decir que la ausencia alta de la figura paterna dentro del rol familiar es una de las causas de la hecatombe social que vivimos a escala social. De hecho, el declive de la paternidad es una de las tendencias sociales más básicas, inesperadas y extraordinarias de nuestro tiempo. Desde 1960 hasta 1990, el porcentaje de niños viviendo separados de su padre biológico se duplicó, pasando del 17% al 36%. La ausencia del padre es una de las fuerzas detrás de muchos temas que dominan hoy en día las noticias: crimen y delincuencia, sexualidad prematura, deterioro académico, depresión, abuso de sustancias, entre otros problemas. Porque la figura paterna dentro del matrimonio representa el mismo rol de Dios y en ese sentido los padres de familia representan la autoridad de Dios
Impacto de la ausencia paterna
En mi caso muy particular, la ausencia de mi padre desde una edad temprana significó que mi madre asumiera el doble papel de proveedora y protectora. Ella trabajó incansablemente para asegurarse de que mi hermano y yo nunca nos faltara nada. Sin embargo, a medida que reflexiono sobre mi historia familiar, me doy cuenta de que tanto madre como padre tienen roles distintos pero igualmente importantes dentro de la familia.
El papel principal de un padre es proteger a su familia en todos los aspectos, no solo físicamente, sino también emocionalmente y financieramente. Esto implica salvaguardar a su esposa de amenazas externas y garantizar la seguridad y el bienestar de sus hijos ante cualquier peligro o influencia negativa en el mundo.
Además, un padre desempeña un papel crucial como proveedor, asegurando que las necesidades básicas de su familia estén cubiertas y protegiéndolos de la adversidad económica. Su labor como proveedor no solo asegura la estabilidad material, sino que también contribuye a la sensación de seguridad y estabilidad emocional en el hogar.
Asimismo, un padre ejerce una influencia significativa como maestro, guiando a sus hijos hacia la adultez responsable al inculcarles valores y un sentido claro de lo correcto e incorrecto. Este ejemplo de masculinidad responsable también moldea las expectativas de sus hijas sobre las cualidades que deben buscar en futuros compañeros.
La presencia de un padre brinda un sentido de seguridad y confianza a sus hijos, permitiéndoles desenvolverse en el mundo con seguridad en sí mismos. Además, su apoyo y elogio hacia su pareja establecen un tono positivo en las relaciones familiares, modelando el respeto y la admiración mutua.
Finalmente, un padre sirve como modelo a seguir para sus hijos, demostrando a través de sus acciones y decisiones qué significa ser un adulto, esposo y padre responsable. Su influencia trasciende el ámbito familiar y contribuye a moldear las percepciones sociales sobre la masculinidad y la paternidad. En resumen, la presencia y participación activa de un padre en la vida familiar son fundamentales para el desarrollo integral y el bienestar emocional de sus hijos.
Se sabe que la edad entre los 0 y 7 años es la etapa en la que los niños crean su personalidad, su carácter, así como su desarrollo social y emocional. Estas habilidades sientan las bases para relaciones positivas y el bienestar emocional a lo largo de la vida. La ausencia paterna no fue simplemente una falta, sino un vacío que permeó cada aspecto de mi ser. Mi padre no desapareció de la nada; su ausencia fue una constante presencia ausente, dejándome con un profundo déficit emocional y un modelo de masculinidad fracturado.
La paternidad, más que un rol biológico, es un faro que ilumina el camino hacia la identidad y la autodeterminación. Sin este faro, me vi sumergido en un mar de dudas y confusiones, luchando por encontrar mi propio rumbo en un mundo que parecía desconcertante y hostil.
El impacto de esta carencia se manifestó en todas las facetas de mi vida. Experimenté un profundo sentido de inferioridad e inseguridad, Esta falta de una figura paterna como modelo a seguir también dejó un vacío en mi comprensión de la masculinidad y la disciplina. Sin un padre presente para enseñarme los valores y comportamientos asociados con la masculinidad, me encontré buscando modelos en lugares equivocados, lo que solo exacerbó mi confusión y alienación.
Las heridas de la infancia, especialmente aquellas relacionadas con la falta de una figura paterna, pueden dejar cicatrices profundas y duraderas en el alma. Estas heridas pueden manifestarse de muchas maneras: desde arrebatos emocionales hasta una sensación persistente de inadecuación e insuficiencia.
Pero más allá de mi experiencia personal, esta historia resuena en un nivel más amplio. La ausencia de una figura paterna es un fenómeno que afecta a innumerables personas en todo el mundo, y sus efectos se extienden mucho más allá del individuo para influir en la estructura misma de la sociedad.
Las consecuencias de la falta de una figura paterna pueden ser devastadoras, tanto a nivel personal como social. Desde la pérdida de identidad hasta la perpetuación de ciclos intergeneracionales de trauma, esta ausencia deja una marca indeleble en el tejido mismo de nuestra sociedad.
Al reflexionar sobre mi propia experiencia y la experiencia compartida de tantos otros, surge una pregunta fundamental: ¿Cómo podemos sanar estas heridas profundas y romper el ciclo de la ausencia paterna? La respuesta puede yace en el reconocimiento de la importancia de la paternidad, no solo como un rol biológico, sino como una fuerza transformadora que da forma a nuestras vidas y a nuestro mundo.
Experiencia personal y formación de la identidad
El tiempo avanza gradualmente y uno nota cómo comienza a cambiar en todos los sentidos. En la adolescencia, el vacío pesaba más que nunca. Los problemas mi Padre cada vez eran más frecuentes: y hostiles, en cierto sentido, encontré en el vicio un escape, una falsa paz y una falsa comunión.
Dentro del núcleo familiar cada miembro tiene su distinta personalidad, carácter e historia. Las familias tienden a imitar patrones de sus antepasados primordialmente los papas imitan los comportamientos y formas de los abuelos y así mismo los hijos a los padres, esto en cierto sentido es algo natural. En su libro “The Biology of Belief” El Dr. Bruce Lipton llevó a cabo estudios con personas que padecían enfermedades terminales, donde observó que solo el 5% de los casos se debía a aspectos genéticos, mientras que el abrumador 95% estaba relacionado con los hábitos y actividades que realizaron a lo largo de su vida. A esto lo podemos llamar el ENTORNO, y constituye un fundamento crucial porque es en este entorno donde el individuo moldea cada aspecto de su vida.
Además de reconocer la importancia de comprender el entorno familiar en el que uno creció para entender su propia identidad y comportamiento, también es crucial destacar que este conocimiento proporciona una base sólida para el crecimiento personal y la curación emocional. Al examinar las dinámicas familiares y las experiencias pasadas, uno puede identificar patrones de pensamiento y comportamiento arraigados que pueden estar afectando su vida de manera consciente o inconsciente.
El derrocamiento de la familia
En la actualidad, presenciamos un fenómeno donde tanto el Estado como el mercado parecen emprender un esfuerzo concertado para debilitar el tejido familiar, erosionando los cimientos culturales, políticos y religiosos que históricamente han sostenido a la familia como una institución fundamental en la sociedad. Esta tendencia, aunque puede tener diversas motivaciones y justificaciones, nos lleva a reflexionar sobre las palabras de Karl Marx y Frederick Engels en su obra "La Propiedad Privada, el Estado y la Familia", donde planteaban la abolición de la familia como un objetivo central para establecer un estado comunista, otorgando al Estado un poder sin precedentes sobre el núcleo familiar.
En un mundo donde las fuerzas externas parecen cada vez más dispuestas a socavar la unidad familiar, es fundamental que reconozcamos y defendamos el papel fundamental que la familia desempeña en la construcción de una sociedad sana y próspera. Esto implica no solo resistir los ataques externos contra la familia, sino también abogar por políticas y prácticas que fortalezcan y promuevan la cohesión familiar en todas sus formas.
Sin embargo, más allá de las intenciones ideológicas detrás de estas tendencias contemporáneas, es esencial reconocer el valor intrínseco de la familia como unidad básica de la sociedad. La familia no solo proporciona un refugio emocional y un entorno de apoyo vital para el desarrollo individual, sino que también sirve como un importante baluarte de estabilidad social y cultural.
En última instancia, la preservación y el fortalecimiento de la familia se convierte en un imperativo moral y social fundamental. Solo al reconocer y valorar el papel único y sagrado de la familia en la sociedad podemos construir un futuro más justo humano para las generaciones venideras.